El spa natural más lujoso de Venezuela se encuentra en el Parque Nacional Canaima, en una cascada de Jaspe con unos 300 metros de longitud. Esto lo convierte en un relajante spa para turistas.
Este monumento natural comprende una composición entre una piedra semi preciosa, que es familia del rubí y resulta del hibrido entre el cuarzo y el sílice, esta roca de color rojizo recibe agua pura y bastante fría del manantial que proviene del bosque húmedo de tres millones de hectáreas aproximadamente.
Recientemente esta destacada pieza de la naturaleza fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1994.
El monumento natural está en la localidad indígena de Santa Cruz de Mapaurí y es conocido como Kako Parú, que en lengua pemón quiere decir “Piedra de fuego”, por el rojo característico de la roca.
Para poder acceder a este increíble lugar, se debe recorrer hasta el kilómetro 273 de la troncal 10, que es la vía que comunica la parte Sur de Venezuela con el norte de Brasil, y luego caminar un trecho suelo arcilloso hasta llegar al lugar.
La mencionada piedra tiene una superficie jabonosa, esto es producto del desgaste del agua, que convierte la quebrada en un tobogán natural por el que se deslizan los más de 40.000 turistas que cada temporada se bañan en el Kako Parú, y reciben los “masajes” de las cascadas cristalinas.
Un letrero bastante grande advierte a los visitantes que está prohibido extraer o rayar la piedra de jaspe. No obstante, la zona tiene una herida gigante que aún no ha sido sanada: la extracción de una roca de casi 30 toneladas, que se encuentra actualmente expuesta en el parque del Tiergarten, en Berlín, Alemania.
Cuenta la leyenda..
Existe un mito que señala que un joven pemón de Taurepán se enamoró de la mujer más bella de la comunidad de Makuxi, y fue tras ella aún en contra del dios Makunaima, que prohibía el cruce entre ambos pueblos.
Los amantes fueron perseguidos y su condena fue vivir abrazados eternamente, convertidos en piedra: son los abuelos de los indígenas pemón.