Estudiantes inmigrantes en Uruguay

Uruguay.- Por el salón de informática en el tercer piso de la Facultad de Humanidades pasaron personas de prácticamente todos los continentes. Sierra Leona, Gambia, Brasil, Irán, Siria, Rusia, Camerún; es viernes en la mañana y el blanco del pizarrón empieza a llenarse de diversos nombres y nacionalidades con la finalidad de encontrar algo en común.

Uno de los alumnos de la facultad que oficia de coordinador propone el idioma, y en seguida los 5 inmigrantes que asistieron al taller se ríen. Yaya, de Sierra Leona, habla inglés, mandinga, wolóf y “un poquito de español”. Donald, de Camerún, se maneja bien con el francés, se defiende bastante bien con el español y también habla makaa, otro estudiante llamado Joana de Brasil, solo sabe hablar el idioma portugués, pero como buena brasileña domina a la perfección el español. La única opción que les queda es el idioma local, claro está, hablarlo muy lento para que todos se adacten. Luego en la misma conversación  tocan el turno de los deportes y todos coinciden en el mismo, el fútbol es el denominador común.

Ayer fueron cinco (5) los inmigrantes que llegaron al aula de clase. Cerca del mediodía se suman dos más. La mayoría son africanos, pero todos los días llegan personas de diversas nacionalidades para aprender un poco más sobre el país en el que viven.

Desde el 2014, en la Facultad de Humanidades, el departamento de Antropología Social y el Centro de Lenguas Extranjeras (Celex) constantemente organizan unos talleres y cursos solo para inmigrantes para facilitar su integración. Esta iniciativa emprendió únicamente con español y computación se diversificó y ahora, con el trabajo de alumnos de diferentes universidades y áreas, hay talleres de fotografía, relaciones laborales, música y deporte.

De aquí y de allá.

Umaru Bangura está muy emocionado organizando su próximo cumpleaños. Este sierraleonés de 23 años desea celebrar sus 24 con un partido de fútbol entre uruguayos y africanos, la invitación la hizo extensiva a los estudiantes de la facultad que trabajan con él. Este joven llegó al país hace no más de dos años, en un barco que primero fue de su país a China y finalmente a Uruguay. Según cuenta, las oportunidades laborales en Sierra Leona no son buenas. A pesar de tener enormes reservas de minerales, se trata de uno de los países más pobres del mundo.

“Las personas me llevaron a diversas organizaciones las cuales me intentaron ayudar, entonces me detuve a pensar que este era un buen país para quedarme”, recuerda. Lo primero que hizo fue solicitar la calidad de refugiado, pero como no se la dieron ahora está esperando para obtener la residencia. Cuando la consiga, espera poder traer a sus hermanos, que lo esperan en Sierra Leona. Si bien su hermana mayor tiene 25 años, en su país es el hombre más grande el que tiene la responsabilidad por el resto de los hermanos.