Todo el mundo tiene más o menos claro que la era de la información y de la llamada conectividad ha amplificado, de manera impresionante, un concepto compartido por numerosas personas. Esta idea general nos dice que el mundo va demasiado rápido y de eso no cabe duda.Por ello, estamos experimentando como lo destaca el licenciado en psicología Ignacio Diorio “un nuevo mundo donde la hipermodernidad digital se ha instalado y ahora nos toca sobrevivir en un mundo acelerado”.
La velocidad define nuestros actos y nuestras actitudes y la noción de tiempo hoy posee otro significado. En consecuencia, y lo resalta el profesional de la Psicología que “lo obsolescente es cada vez más un hecho que define todo: la educación, la enseñanza, el trabajo, el amor, la sexualidad y la amistad, entre otros asuntos relevantes para saber y poder vivir”.
Rápidos, Furiosos Y Veloces
Es evidente, al constatar estos hechos, que algunos han sabido muy bien aprovechar esta velocidad para impulsar importantes transformaciones tecnológicas, es decir, darle un impresionante poder a su economía y desarrollar notables y a veces atropelladoras sociedades competitivas, de allí lo resaltante de la hipermodernidad digital.
Pero en realidad, la mayoría de la humanidad no ha sabido montarse del todo en este veloz tren. Hay que aclarar, a su vez, que las barreras de acceso no solo son económicas, pero sí tienen mucho que ver con las instituciones, filosofías, creencias, comportamientos y valores que hemos creado y adoptado a través de nuestra historia.
La Vida Va Demasiado Rápida Y La Hipermodernidad Digital Nos Atropella
Este fenómeno “me hace recordar, a partir de esta abrumadora aceleración tecnológica que por igual abraza al mercado, la conocida Ley de Moore, la cual, palabras más, palabras menos, señala, en el contexto de la informática, que el poder de los microchips se duplicará cada dos años en los próximos 50 años” destaca el director de Aldelta espacio vocacional.
Además agrega: “Imaginemos, entonces, lo que nos espera en materia de velocidad y aceleración de los próximos procesos sociales. En términos más humanos, esto significa que la tecnología, cuando se trate de capturar, distribuir y analizar datos, la misma será más rápida, pequeña y, sobre todo, accesible”.
“Me parece, a riesgo de parecer ingenuo, que no hay ninguna necesidad de ser ingenieros de sistemas informáticos para percibir que esta ley se ha venido cumpliendo absolutamente, paso a paso, convirtiéndose la misma casi en una realidad universal y, desde luego, inevitablemente aceptada por todos”, complementa el licenciado Diorio.
Por lo tanto, es un hecho incontrovertible que existen más y mejores modelos de los productos que usamos y todos salen vaporosamente al mercado. Las máquinas continúan automatizando tareas que pensábamos eran solo para humanos, al tiempo que precisos y curiosos mecanismos inteligentes y sensoriales, están generando un importante nivel de predicción y prescripción jamás antes visto.
La Conectividad Que Nos Une Y También Nos Desune
En última instancia, creo que se trata, sin lugar a dudas, de aceptar abiertamente la idea de que el progreso es no se puede frenar y que para no quedarnos muy atrás en este proceso, las comunidades y las personas deben aprovechar todas las corrientes de conectividad disponibles.
El imperativo digital indica y prescribe que, en efecto, hay que prepararse para un escenario, cuyos efectos sobrepasarán infinitamente las fronteras planetarias y su consecuente impacto social y económico. Se trataría, en suma, de abrazar el aprendizaje continuo y adaptar, entonces, a todas instituciones políticas y privadas, para revalidar sus contratos sociales con sus ciudadanos.
La Clase Obrera Va Al Precipicio O Se Pone En Línea
El mundo del empleo, la masa laboral, quizá es la primera en sentir el impacto de este mundo súper acelerado y obsolescente. Muchos de los trabajos actuales ya están desapareciendo, y el concepto de lo que significa trabajar será redefinido a partir de resultados mucho más mensurables.
En Estados Unidos, por ejemplo, los trabajos que solían ser de clase media hace 50 años, han terminado por no serlo, o han empezado a desaparecer. Ni hablemos de la realidad latinoamericana y, sobre todo, en tiempos de pandemias casi bíblicas. Choferes, granjeros y cajeros ya están siendo reemplazados por vehículos autónomos, sistemas automatizados de producción agrícola y sistemas de auto-pago. Asimismo, muchos trabajos de oficina, burocráticos, entre otros, van por la misma ruta.
Algunos teóricos, como Friedman, basándose en esta realidad, predicen un futuro en el que trabajar “lo promedio” o “lo básico” tal como no ausentarse del trabajo y laborar ocho horas diarias, no será suficiente para garantizar una buena remuneración y beneficios importantes.
En consecuencia, esa es la causa por la cual trabajadores autónomos y privados de todas las empresas, deberán adoptar el aprendizaje continuo, y convertirlo en una parte indispensable de su conjunto de habilidades.
Una visión un tanto cínica de esta circunstancia, apunta a que la fábrica del futuro tendrá solo dos empleados: un hombre y un animal celoso. El hombre estará ahí para alimentar al animal y éste para evitar que el hombre toque el equipo.
Cuatro Habilidades Indispensables
Friedman señala que para no permanecer de manera convencional en este mundo acelerado, no solamente tendríamos que proseguir desarrollando habilidades básicas, tales como la lectura, la escritura y la aritmética, sino que “necesitaremos cuatro aspectos claves: creatividad, colaboración, comunicación y programación” como lo resalta el licenciado Ignacio Diorio.
Todo ello implica, forzosamente, que solo tenemos que enfocarnos en una cosa, ser muy versátiles y actualizar nuestros conocimientos y habilidades con el objetivo de no quedarnos atrás.
De igual manera reflexiona que “este hecho es válido a la hora de emprender. Los negocios grandes y pequeños continuarán siendo moldeados por «la supernova», y todos, desde los microempresarios hasta los tecnólogos, deberán expandirse con las cuatro condiciones que acabo de referir. Se trata de sobrevivir y no de perecer”.
Adaptarnos A La Hipermodernidad Digital
En este abierto escenario social, cultural y económico, las sociedades tienen que reinventar y rediseñar sus lugares de trabajo, su política, su geopolítica, su ética y, por supuesto, sus comunidades, de manera en que se habiliten, de muchas más formas, aspectos nuevos de las personas para que estos puedan mantener el ritmo de estas aceleraciones que están moldeando sus vidas gracias a la nueva visión que genera la hipermodernidad digital.
Por lo tanto, y para que esto ocurra, destaca el experto en gestión de Recursos Humanos que “es esencial invertir en el talento humano, asegurándonos de que los contratos sociales entre trabajadores y empleadores, estudiantes e instituciones educativas y ciudadanos y gobiernos produzcan las herramientas necesarias para que las personas puedan darse cuenta de su potencial”.
Y agrega a su reflexión: “Desde un punto de vista educativo, las instituciones deben fortalecer la educación teórica y legitimar mucho más la práctica, creando vínculos inteligentes con aquellas empresas que necesiten empleados y a la vez, fomentando ideas de independencia financiera en todos sus estudiantes, sin importar su procedencia”.