Libia se encuentra en crisis tras ocho años de la revolución

Cuando se rebelaron contra el régimen de Muamar Gadafi, aquel 17 de febrero de 2011, en Libia soñaban con un Estado moderno y democrático, pero ocho años más tarde los libios no ven el fin al caos que se eterniza sin soluciones viables.

Libia es hoy el producto de 42 años de destrucción sistemática“, estima Marwan Jalal, ingeniero en petróleo de 43 años. “Tarde o temprano los libios volverán a tener paz, pero el camino parece largo”, dice con un medido optimismo. 

Desde que cayó el régimen de Gadafi en 2011, Libia se desgarra por las luchas que se libran de manera impune entre las numerosas milicias o decenas de tribus, componentes esenciales de esa sociedad. 

“Las divisiones políticas y militares en Libia se ahondan y los esfuerzos para juntar a los bandos rivales alrededor de una mesa fracasaron hasta ahora”, lamentó Claudia Gazzini, analista del Centro International Crisis Group

Para Gazzini “no existe una receta rápida para resolver la crisis. Todo esfuerzo que apunte a unir a Libia necesita una estrategia integrada que considere los aspectos políticos, de seguridad y económicos”. 

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Una guerra criminal en Libia

Dos autoridades se disputan el poder en Libia. Por un lado el Gobierno de Unión Nacional (GNA), surgido en 2015 tras un acuerdo impulsado por la ONU. 

Por otro, una autoridad rival en el este del país, controlada por el Ejército Nacional Libio (ENL) autoproclamado por el mariscal Jalifa Haftar.

Haftar se lanzó a la conquista del sur, una vasta región desértica marginada por las autoridades de transición sucesivas, que se convirtió en cobijo de yihadistas y traficantes de todo tipo. 

Forjando alianzas con tribus locales se apoderó sin combates de la ciudad de Sebha, capital de esta región, así como de Al Sharara, uno de los principales yacimientos petroleros del país. Pero sin duda,  avanzar más al sur se anuncia más complicado para el ENL, pues podría enfrentarse a otras etnias más hostiles, como los tubus y los tuaregs. 

El GNA no condenó la operación de Haftar, pero las milicias tripolitanas denunciaron el “proyecto del criminal de guerra que busca obtener el poder con la sangre de los hijos de este país”. 

La operación apunta según el ENL a “purgar” esta región de los “terroristas y criminales”, así como de los grupos rebeldes chadianos establecidos en el sur de Libia. 

Pero según los analistas, detrás de la campaña militar del ENL se esconden intereses políticos, petroleros y financieros. Puede sabotear los esfuerzos para poner fin a la crisis política cuando la ONU prevé que se organicen elecciones este año. 

Libia se convirtió además en tierra liberada para los traficantes de seres humanos, que organizan partidas desde las costas del país para miles de migrantes que intentan llegar a Europa en embarcaciones de fortuna.