Los discursos de Trump y Clinton

Al parecer por lo que expresaron, tanto el candidato republicano Donald Trump, como la demócrata Hillary Clinton, sobre su posible política exterior en sus discursos de aclamación de sus candidaturas, cada uno de ellos tiene su propia visión sobre la América Latina, las cuales distan mucho entre sí.

Por ejemplo, en relación a los derechos humanos y democracia, el magnate Donald Trump se alejaría radicalmente de la política usada por los republicanos y los demócratas, que en los últimos cuarenta años han tenido como premisa anteponer el respeto a los derechos humanos y la democracia como condición sine qua non, para las buenas relaciones de Washington con el resto de los países de América

El candidato Trump cambiaría esta visión del respeto a los derechos humanos, y declaró: “El americanismo, no el globalismo, será nuestro credo”, dijo Trump en su discurso donde aceptó la candidatura en la Convención Nacional Republicana el pasado 21 de julio.

Donald Trump, quien ha expresado muchas veces en términos de aceptación su simpatía por el presidente ruso Vladimir Putin, aseguró que de llegar a la presidencia no obligaría a que los aliados autoritarios de Estados Unidos respeten los derechos humanos. Él afirmó: “No creo que tengamos el derecho de sermonear” en referencia a otros países, en entrevista al diario The New York Times el pasado 20 de junio.

Se le preguntó de manera tajante, si eso significaba que considera más importante la lealtad de un país con las políticas norteamericanas, sin importar que es ese país no exista democracia, así como irrespeto a las libertades ciudadanas, a lo que el candidato republicano respondió: “Necesitamos aliados”.

Al contrario de lo dicho por Trump, Hillary Clinton, expresó que ella veía con buenos ojos, mantener la tradición de los dos principales partidos, demócratas y republicanos, en el apoyo de manera irrestricta a los gobiernos del resto del continente donde se respeten las libertades individuales y la democracia.

La política exterior de Trump haría regresar los gobiernos norteamericanos a etapas ya superadas, como los días de la Guerra Fría. Cuando la casa blanca daba su apoyo a gobiernos de derecha, pero autoritarios como el de Anastasio Somoza en Nicaragua.