La música y la comida podrían ser fusionadas para presentar notables mejorías en la salud del ser humano.
La música, la decoración, la forma del plato y los cubiertos, son complementos que han condicionado la experiencia culinaria de la alta gastronomía y que últimamente están siendo investigadas frente a los problemas globales de malnutrición.
Destacados chefs a nivel mundial, con la ayuda de científicos, han desarrollado platos que aparentan ser una cosa, pero resulta que saben a algo totalmente diferente. Este tipo de investigaciones de percepciones sensoriales de algunos comensales y las expectativas pueden servir para aportar soluciones, en el caso de las constantes enfermedades a causa de una mala nutrición.
En busca de atacar de manera inmediata este tipo de problemas, el chef vasco Andoni Luis Aduriz, el Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG) y el Basque Culinary Center, recientemente presentaron su proyecto Brainy Tongue, para unir los esfuerzos de científicos y cocineros a favor de la salud.
Charles Spence, del Laboratorio de Investigación Intermodal de la Universidad de Oxford, se ha mantenido en una búsqueda constante de la fusión de todos los sentidos para aliviar problemas de salud, y es que asegura que la vajilla, las sillas, la música, la temperatura y las artes visuales pueden proporcionar a quien lo disfruta de una armonía en todo su sistema.
[pullquote]Por ejemplo, se conoce que una comida servida en una plato blanco puede saber más dulce que la servida en un plato negro.[/pullquote]
Spence asegura que la música y la comida juntas pueden lograr que los alimentos puedan saber un poco más dulces, por lo que pueden utilizar menos azúcar en las preparaciones que lo requieran.
Según estudios científicos, aún no se ha podido determinar si los efectos duran solo algunas horas o por varios días; así como tampoco se ha podido determinar si los efectos varían en las personas dependiendo de su edad, cultura o color de piel.
Con todo lo expuesto, se busca implementar la neurogastronomía, que intenta influir de una manera científica en la percepción del sabor, bien sea para un individuo en específico o para grandes masas, impidiendo sufrir de déficits a nivel nutricional.