Este domingo 9 de agosto, la ciudad de Nagasaki conmemoró los 75 aniversarios del lanzamiento de la bomba atómica estadounidense sobre esta ciudad japonesa. El particular contexto de la pandemia de coronavirus obligó a limitar los homenajes a las víctimas.
Aquel 9 de agosto de 1945, Nagasaki vivió un infierno, tres días después de Hiroshima, devastada por “Little Boy”, la primera bomba atómica. Esas dos bombas, de una potencia destructora inédita en aquel entonces, terminaron por doblegar a Japón.
El 15 de agosto de 1945, el emperador Hirohito anunció a los japoneses la capitulación frente a los Aliados, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.
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Los 75 aniversarios
Este domingo a primera hora, los participantes asistieron a una misa celebrada en memoria de las víctimas en la iglesia de Urakami, cerca del lugar del bombardeo; mientras que otros participaron en un servicio conmemorativo en el Parque de la Paz de la ciudad japonesa.
El número de personas autorizadas a participar fue reducido en un 90% con relación a los años precedentes.
A las 11:02 horas (02H02 GMT), sonaron las campanas en el monumento de la paz de Nagasaki y los asistentes, entre ellos algunos extranjeros, guardaron un minuto de silencio por las víctimas de la bomba atómica.
Un grupo de representantes de los supervivientes, familiares de las víctimas, niños y adolescentes aportaron simbólicamente a las víctimas agua en unos recipientes de madera, un homenaje a la angustiante sed que sufrieron los habitantes de la ciudad tras la explosión de la bomba.
Nagasaki recuerda el lanzamiento de la bomba atómica
El lanzamiento de la bomba atómica es un momento que sigue grabado en la memoria de Shigemi Fukahori, de 89 años, quien ofreció su testimonio durante una ceremonia retransmitida en directo por la cadena de televisión pública japonesa NHK.
Fukahori, quien para entonces era un adolescente, recordó haber visto “montañas de cuerpos ennegrecidos” que no sabía “si estaban vivos o muertos”.
“La gente gritaba: ¡agua, agua! Pero no podía ayudarles”, explicó el superviviente, cuyos amigos y hermanos murieron durante la explosión.
Los supervivientes “piensan que el mundo debe renunciar a las armas nucleares porque no queremos que las jóvenes generaciones vivan la misma cosa”, dijo Terumi Tanaka, de 88 años.
Por su parte, la alcaldesa de Nagasaki, Tomihisa Taue, pidió a los asistentes que aplaudieran a los supervivientes, conocidos en Japón como los “hibakusha”, que “no dejaron (…) de alertar al mundo entero de los peligros de las armas nucleares”.
Las ceremonias tienen lugar en un momento en que persisten las inquietudes relativas al programa nuclear norcoreano y se degradan las relaciones entre Estados Unidos y China.
La primera bomba atómica causó unos 140.000 muertos en Hiroshima. Muchas personas murieron en el acto y otras en los días y semanas siguientes a la explosión. La segunda bomba atómica, la de Nagasaki, mató a 74.000 personas más.