Protestas en los Juegos Olímpicos

Rio de Janeiro.– La fiesta de inauguración de los Juegos Olímpicos no pudo ocultar el descontento y el malestar social que vive el país. Miles de manifestantes se reunieron para hacerse escuchar frente a la mirada del mundo.

La consigna principal era “Fuera Temer”, haciendo referencia al actual presidente brasilero. Las playas de Copacabana se inundaron de opositores que demostraron su descontento mientras se daba la apertura de las Olimpíadas. La Avenida Atlántica, que une a las playas más conocidas en el sur de Rio, fue cortada por alrededor de 3 mil personas exhibiendo la otra faceta de la fiesta deportiva y la problemática que divide a Brasil.

Se podían ver carteles que denunciaban “¡No habrá antorcha!”, “Juegos de la exclusión” o “Estado asesino”, y también apoyos a la ex mandataria, como uno de los mensajes que decía en ingles “Presidenta Dilma, la necesitamos”. Esto se dio en el marco de la suspensión que sufrió la ex mandataria Rousseff mientras es juzgada por el Congreso por supuesta malversación en las cuentas públicas. Fue reemplazada de forma interina por su vicepresidente, Michel Temer, a quien Rousseff acusa de haber ideado un golpe a su gobierno.

Protestas en los Juegos Olímpicos

Entre los congregados frente al suntuoso hotel Copacabana Palace, a metros del estadio olímpico de vóley de playa, también se pudo apreciar ciertas frases como “No a las Olimpíadas” y “Fuera todos”. Esto se dio ante la mirada de cientos de turistas y miembros de las delegaciones que fueron testigos de la protesta, y hasta tomaron fotografías, y de lo que se habló poco en los medios televisivos.

Los principales organizadores de la movilización fueron el Frente Brasil Popular y Pueblo Sin Miedo. Su objetivo era poder captar la atención sobre la dramática situación del país. “Tenemos que aprovechar el momento para mostrar que los brasileños defendemos la democracia” explicó Jandira Feghali, candidata a la intendencia de Rio de Janeiro por el Partido Comunista en las próximas elecciones que se celebrarán en octubre. Además, Feghali dio un discurso en el que expuso el desacuerdo frente al gobierno de Temer y su rechazo al ‘golpe’.

Más allá del fastidio expresado, la manifestación, que llegó a convocar a unas 15 mil personas, se desarrolló pacíficamente, aunque hay que destacar que hubo un gran operativo de seguridad con efectivos uniformados. De todas formas, tuvo su contracara siendo que, mientras los disconformes aplaudían apoyando la marcha, otros también se expresaron haciendo señales de rechazo.

Estos sectores de la población mostraron su desacuerdo a la inversión de dinero por parte del Gobierno para financiar los Juegos Olímpicos, en vez de destinarlo a proporcionar soluciones o mejoras en problemas referidos a la salud, educación o vivienda. De hecho, ya había habido protestas contra la mandataria Dilma Rousseff durante el Mundial de 2014, en el que Brasil también fue sede.

Algunos pedían por la vuelta de Dilma, pero otros no apuntaron hacia ningún nombre e indicaron que los Juegos Olímpicos llegaron en un mal momento. “Están haciendo las Olimpíadas en momentos en la gente la está pasando muy mal. La Olimpíada es una fachada, un show. No representa la realidad de Brasil. Quieren mostrar todo lindo y perfecto”, dijo Ricardo Parente de 59 años. Otro de las declaraciones fue la de un maestro, Guilherme Moreira Dias de 38 años, quien trabaja en una escuela primaria de Duque de Caxias, una de las zonas más pobres de Río, “Esta fiesta no fue hecha para el pueblo, los eventos están lejos de donde vive la población pobre. Estoy protestando por la precariedad de nuestras escuelas públicas y por nuestros salarios, que cobramos en cuotas”, declaró.

Otra congregación tuvo lugar en las afueras del Estadio Maracaná, donde se celebró la apertura de las Olimpíadas, y que también significó  un momento histórico ya que es la primera vez que se celebran en Sudamérica. Unos 500 manifestantes se acercaron al estadio, horas antes de la fiesta, para exteriorizar su queja. Hubo enfrentamientos entre jóvenes y agentes de la policía; se dispararon balas de goma, bombas de estruendo y hubo un hombre herido. En el estadio, que concentró unas 80 mil personas, de las cuales 10 mil eran deportistas y entre las que también se pudo ver a más de 40 jefes de Estado, también se vieron expresiones de rechazo al oficialismo, aunque fueron menos notables.

Un aspecto importante en el desarrollo de los juegos, además de las protestas, son las medidas extremas de seguridad que se tomaron para hacer frente a cualquier episodio violento que pudiera opacar el festejo. Gran cantidad de oficiales fuertemente armados y helicópteros que rodean los espacios destinados al desarrollo de las disciplinas, componen las postales de los Juegos Olímpicos 2016. Estos procedimientos se llevan a cabo no solo por las manifestaciones, sino también por los posibles ataques terroristas.

Más allá de la importancia del evento deportivo a nivel mundial, que traerá alegría para varios atletas y sus naciones, que seguirán de cerca el desempeño de sus representantes, en la ciudad carioca se viven momentos de división y de realidades distintas. Por un lado el espectáculo con colores, alegría y fuegos artificiales; y por el otro las calles teñidas de enojo e indignación, con gente viviendo en la precariedad y en contra del gobierno.

El presidente Temer reconoció en un comunicado que Brasil se encuentra ante una crisis política y económica, pero demostró un sentimiento de esperanza en que los Juegos Olímpicos promuevan el inicio de un ciclo de “paz y armonía” en la sociedad. Habrá que ver como sigue la situación para los brasileros luego de que la antorcha se apague.