Nuevas reglas de juego para el Opus Dei, la reforma histórica del Papa Francisco

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En el largo camino de reformas impulsado por el Papa Francisco, un nuevo tramo se delinea con el comunicado de ‘Motu Proprio’, titulado “Ad charisma tuendum”, firmado el pasado 22 de julio del corriente año 2022. Lo allí escrito ha cobrado vigencia este 4 de agosto, desde entonces, y más allá de las controversias, el Opus Dei debe adaptarse a nuevas reglas de juego.

¿Qué ha ocurrido con la Prelatura del Opus Dei?

Juan Pablo II había erigido cuatro décadas atrás, en 1982, la llamada Prelatura del Opus Dei. Así, le encomendaba a dicha jurisdicción de la Iglesia Católica “la tarea pastoral de contribuir de modo especial a la misión evangelizadora de la Iglesia”. 

De esta manera, la designada Prelatura del Opus Dei, con la guía de su Prelado, se dedicaría a “difundir la llamada a la santidad en el mundo, mediante la santificación del trabajo y los compromisos familiares y sociales, a través de los clérigos incardinados en ella y con la cooperación orgánica de los laicos que se dedican a las obras apostólicas”.

Pero, con la irrupción de historias y testimonios que evidenciaban claros abusos de poder por parte de dicha Prelatura a lo largo de los años, casi exactamente cuatro décadas después, el Papa Francisco ha decidido nuevas y limitantes normas con las que regular la actividad de las Prelaturas personales

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¿Cuáles fueron, entonces, los cambios propuestos por Francisco?

El Sumo Pontífice de Roma ha dado al Dicasterio para el Clero la competencia para regular todo lo comprendido en materia de Prelaturas personales. No es un dato menor, señalar que, hasta ahora, la única Prelatura erigida es la del Opus Dei.

Aunque ha sido este último comunicado el que ha alcanzado mayor trascendencia, lo cierto es que él mismo, junto a una gran oleada de cambios, había ya ganado lugar con la entrada en vigencia de la nueva reforma de la Constitución Apostólica, también impulsada por Francisco.

El Opus Dei se encuentra, ahora, obligado a presentar un informe sobre el estado de la Prelatura y el desarrollo de su labor apostólica, cada año, al Dicasterio para el Clero.

Por otro lado, quien se desenvuelva con la autoridad de Prelado al interior del Opus Dei, no podrá, a su vez, ser investido de orden episcopal y, en ese sentido, desempeñarse como obispo.

“Escuela de mucamas”, las denuncias de 43 mujeres

La desjerarquización del Opus Dei por parte de Francisco, decisión que, como ha quedado claro, reduce los privilegios y autonomía con los que desde un inicio se había manejado la Prelatura, no fue algo que sucedió de la noche a la mañana.

El Sumo Pontífice había comenzado a bosquejar tal posibilidad alrededor de un año atrás, cuando las denuncias de 43 mujeres evidenciaban el haber sido sometidas, por medio de un reclutamiento engañoso de parte del Opus Dei, a la servidumbre y autoflagelación durante décadas.

La denuncia formal ante el Vaticano, por abuso de poder y explotación, fue presentada el 7 de septiembre de 2021. El escrito de 30 páginas relataba cómo estas mujeres, hoy de entre 40 y 60 años de edad, fueron reclutadas en su adolescencia, con sólo entre 12 y 16 años de edad y en condiciones de vulnerabilidad y pobreza, con la promesa de acceder a una educación.

Sin embargo, fueron obligadas a trabajar como servicio doméstico de los miembros del Opus Dei durante largos períodos de tiempo (diez, veinte e, incluso, por treinta años) sin ningún tipo de remuneración económica.

La mayor parte de las mujeres pertenecían a pueblos rurales de las provincias del norte y el litoral Argentino y, también, de Paraguay. Asimismo, mujeres de Bolivia y Uruguay afirman también haber sido involucradas.

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El relato de las denunciantes coincide en que, aunque quienes tocaban la puerta de sus casas casi siempre era una mujer perteneciente a la jurisdicción del Opus Dei y un sacerdote, estos nunca les hablaron de vocación religiosa. Más bien, prometían conducirlas a escuelas donde podrían formarse y estudiar.

Tal como recupera Infobae en una nota al respecto, Sebastián Sal, abogado de este grupo de mujeres, ha manifestado que se trató de un acto deliberadamente organizado y extendido en el tiempo. Donde se efectuaba una distribución de cometidos o funciones, con una secuencia muy semejante en todas las víctimas.

De hecho, un documento histórico de la propia Prelatura del Opus Dei reconoce la forma en que, en las décadas del 70 y 80, se llevaba adelante la búsqueda de tales mujeres con destino al Instituto de Capacitación Integral en Estudios Domésticos (ICIED). Dicho Instituto es conocido como “Escuela de mucamas” y se encuentra ubicado en Bella Vista, localidad de la provincia de Buenos Aires.

¿Voluntad o manipulación de las conciencias?

Las reclutadas pasaban tres largos años allí, sin recibir ningún título formal. Se le enseñaba tareas domésticas, como planchar, lavar, servir la mesa y limpiar. Otras mujeres, directamente, eran enviadas a centros y residencias del Opus Dei, donde servían y trabajaban para miembros célibes de la organización religiosa.

En estas escuelas y casas, donde trabajaban y vivían, eran manipuladas, emocional y físicamente, en su “vocación de servir”. También, tenían una rutina de oración rigurosa, bajo dirección espiritual.

De acuerdo con los testimonios de las propias mujeres, eran incorporadas como “numerarias auxiliares”, quedando, de esta forma, sujetas a una situación de explotación. Hoy, las víctimas reclaman con énfasis el abuso de poder efectuado por la Prelatura, evidenciando que, con tan corta edad, ellas mismas no estaban en condiciones de poder dimensionar la gravedad de lo que en realidad estaba ocurriendo.

La manipulación experimentada por estas mujeres, señalan las palabras de su abogado defensor, fue tal que llegaron a creer y sentir que estaban obligadas a prestar estos servicios. Como si se tratara de una deuda que debían saldar, a cambio del traslado, el alojamiento y la esperanza de recibir los estudios prometidos.

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Demás está decir que las condiciones de trabajo eran inhumanas y precarizadas: sin remuneración, retención de documentación personal o falta de la misma, sin alta en el régimen de seguridad social, jornadas de más de 12 horas de actividad, apenas breves descansos para rezar y comer, entre otras vulneraciones de derechos básicos.

Las niñas, repite la denuncia, (pues no era otra cosa que niñas), fueron hostigadas y atemorizadas constantemente por sus directoras y sacerdotes. Amenazadas con la inminencia de males espirituales y de una vida infeliz por fuera de las paredes y guía de esa “formación humana y espiritual”.

Lo hecho por integrantes del Opus Dei es un crimen. Haciendo uso y abuso de los privilegios y autonomía con que la Iglesia Católica les había distinguido, sus acciones atentaron a la libertad e integridad de 43 mujeres, por entonces tan solo 43 niñas.

Y, aunque nada podría resarcir el daño al interior de cada víctima de abuso, la posibilidad de enunciar una denuncia y de que esta sea oída es, necesariamente, el primer paso para que ello nunca vuelva a suceder. Hubo abuso y denuncia, pero también respuesta. Francisco, una vez más, hace de sus predicaciones, acciones.

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